En Seguro de vida

Alguna vez te ha rondado la siguiente pregunta: ¿En qué momento debo considerar un seguro de vida? La verdad, yo nunca me la había hecho. Cuando somos adolescentes o niños, pensamos que ese tipo de cosas eran sólo preocupación de personas mayores que ya sienten cercana la muerte y no quieren dejar a sus familiares desprotegidos. Y es que, seamos realistas, cuando una persona muere, el panorama se complica no sólo por el hecho de perder a un ser querido, sino también los fuertes gastos que surgen debido a ese lamentable suceso.

Pero la necesidad de contar con un seguro de vida ya no es exclusiva de la gente adulta, sino de todos los ciudadanos, sobre todo cuando comienzan a acercarse a la mayoría de edad. Algunas preparatorias gubernamentales y privadas no sólo ofrecen a sus alumnos un servicio de gastos médicos, sino también una póliza de vida, con la que, en el caso de fallecer a causa de un accidente o de alguna enfermedad, los familiares del estudiante pueden recibir una indemnización que les ayude a solventar cierto tipo de gastos. Incluso, comienzan a fomentar la responsabilidad de los estudiantes pues ellos designan quiénes serán los beneficiarios de dicho seguro, y si se dividirán en porcentajes para beneficiar a un mayor número de persona. Esto permite que los jóvenes a muy corta edad se den cuenta de la importancia de este tipo de trámites.

Sin embargo, también es importante establecer que los seguros de vida desarrollados dentro del mercado actual, no sólo comprenden a las indemnizaciones en caso de que un familiar muera, sino además cuentan con varias particularidades aplicables para ciertos momentos particulares de la vida del derechohabiente.

No puede establecerse una edad fija en la que una persona deba comenzar a considerar la adquisición de un seguro de vida, pues cada una de las personas avanza profesionalmente de distinta manera. Muchas veces se piensa que a los cuarenta años ya se debe contar con un patrimonio mínimo, pero dependiendo mucho de la educación, la preparación profesional y el sector en el que se desempeñe, muchas veces incluso a esa edad no se ha podido conformar un patrimonio considerable y mucho menos una casa propia.

Sin embargo, para evitar complicaciones futuras, se sugiere que a los treinta años comencemos a buscar opciones de aseguramiento, pues aunque se trata de una época en la que probablemente todavía no contemos con un trabajo completamente seguro, es en esta etapa de la vida en la que ya vivimos fuera de casa, con completa independencia económica, convirtiéndola en la edad ideal para comenzar a realizar los preparativos para la adquisición de este tipo de seguros, sobre todo si no está contemplado dentro de nuestros honorarios.

Lamentablemente en nuestro país no existe la suficiente cultura en este sentido, tal vez porque hasta que no pasamos por una enfermedad complicada o sufrimos un accidente de consideración, pensamos que mientras estemos jóvenes no necesitamos de este tipo de adquisiciones y mucho menos si no vivimos en pareja o no tenemos hijos. Sin embargo, esto es completamente inexacto como lo podemos constatar con lo explicado al principio de este artículo.

En el caso de personas que ya vivan con una pareja e incluso tengan hijos, pueden comenzar a considerar un seguro universitario. Este tipo de pólizas solventan todos los gastos relacionados con la educación de una persona y pueden comenzar a ser preparados desde que estos nacen. Aunque en México, a diferencia de otros países como Estados Unidos, cuenta con una serie de universidades con perfiles académicos de alta calidad y con precios accesibles, lo cierto es que tener un ahorro previo permite expandir las posibilidades de estudio de nuestros hijos, pues así ellos tienen la libertad de elegir la escuela que prefieran y el dinero no se convierte en una limitante para ese propósito.

Otro caso, sería la invalidez o jubilación. No son pocos los casos en los que en una situación de una negligencia laboral o por una enfermedad degenerativa, los trabajadores tengan que renunciar a sus empleos, fracturando por completo la cantidad de ingresos que la familia percibía regularmente. La pareja tiene que hacerse de trabajos con jornadas dobles y en casos más extremos, incluso los hijos comienzan a trabajar en lugar de terminar sus estudios. Muchas veces a pesar del esfuerzo invertido, no se recupera la estabilidad económica tenida antes de la invalidez o la jubilación. Las aseguradoras reconocieron estos planos vulnerables y decidieron crear sistemas más benéficos para este tipo de personas.

El último modelo del que hablaremos es un poco menos conocido, pero no por eso menos importante. Una de las enfermedades más preocupantes del sector femenino es el cáncer cervicouterino o de mamas. Aún cuando instituciones gubernamentales y privadas han lanzado importantes campañas para su prevención, sigue siendo uno de los padecimientos que más cobran la vida de las mujeres.

La mayoría de los casos son detectados cuando ya se encuentra en un estado avanzando y aun cuando sea detectado a tiempo, se convierte en un problema no sólo para el paciente sino también para su familia, pues se trata de una enfermedad con un tratamiento difícil de solventar. Los seguros en este sector no sólo ofrecen una indemnización para la familia del paciente en el lamentable caso de que pierda la vida, sino que también pueden ayudar a solventar el tratamiento y todos los gastos derivados del mismo.

Como puede verse, existen diversas modalidades de seguro de vida y conocer las especificaciones de cada uno de ellos puede ayudarnos a definir cuál es la mejor edad para contratarlo, sin embargo, entre más pronto, la adquisición será mucho mejor.

Te invitamos a contactar a un asesor para conocer nuestros modelos de seguro de vida, te garantizamos que encontrarás el más adecuado para ti.

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